Emilio Doménech
La Wikly
💥 ¿Qué hacíamos en Sarajevo?
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💥 ¿Qué hacíamos en Sarajevo?

Y también: una pregunta incómoda

🤔 Hey, qué tal. En esta entrega, te cuento por qué el equipo de La Wikly se ha pasado una semana en Sarajevo, Bosnia y Herzegovina, y por qué albergo esperanzas con esto del periodismo.

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👋 Aguanta hasta el final para una pregunta incómoda. Bienvenido a La Wikly.


🇧🇦 Hello, Bosnia

En 1984, Sarajevo fue sede de los Juegos Olímpicos de Invierno. Por entonces, los ciudadanos de la República Federativa Socialista de Yugoslavia desconocían lo que les esperaba con la entrada de los años 90. El ascenso de los nacionalismos fragmentó la federación hasta el punto de desencadenar guerras y limpiezas étnicas que a día de hoy reverberan en el imaginario europeo.

Pero es fácil olvidar, o desconocer, lo que ocurrió en los Balcanes hace solo 30 años. Yo mismo he tenido que verme un documental fantástico de la BBC esta semana para aprender aspectos que desconocía. Pese a haber sucedido cuando era un niño, y a pocas horas de vuelo de distancia de España, las guerras yugoslavas se vieron encumbradas por lo que vino después: el 11-S, Afganistán, Irak. La omnipresencia estadounidense de siempre.

La realidad es que Sarajevo es mucho más ilustrativo del momento en el que vivimos. Y es entendible que el Instituto de Prensa Internacional decidiera este año celebrar su Congreso Mundial al que hemos venido aquí, en el mismo Hotel Holiday donde los corresponsales internacionales cubrían el asedio de Sarajevo en los 90.

Piensa solo en los últimos ocho años.

En Myanmar, la junta militar gobernante mandó en 2016 la persecución y matanza de decenas de miles de personas de la minoría musulmana rohinyá, desatando una crisis de refugiados sin precedentes.

En Etiopía, el nacionalismo étnico provocó en 2020 un nuevo conflicto militar que se saldó con decenas de miles de muertos y millones de personas en riesgo de hambruna.

El imperialismo ruso, bajo consignas de patriotismo y supuesta opresión a los suyos (ese Donbás rusófono), lanzó una invasión no provocada contra Ucrania en 2022. Y ahí siguen.

Y qué decir de Israel y su opresión a los palestinos.

La historia se repite en Europa. En Italia o en Francia, el ascenso de la ultraderecha nacionalista sigue produciéndose a marchas forzadas. Es esperable que las elecciones europeas de junio agranden la presencia de fuerzas políticas afines a ese patriotismo antimigratorio.

Al mismo tiempo que transcurren todas esas historias, el periodismo lucha contra una serie de crisis brutal. A la desinformación y sobreinformación imperantes se le suman una creciente desconfianza de los ciudadanos hacia los medios y una falta de presencia evidente del periodismo en las grandes plataformas algorítmicas. Todo, mientras los medios, grandes y pequeños, luchan por sobrevivir con modelos de negocio canibalizados por las Big Tech.

En nuestro viaje a Sarajevo, Bosco y yo hemos escuchado y dialogado con periodistas y líderes de medios que ven esas crisis con pesimismo. Cuesta creerse las pocas dosis de esperanza que intentan repartir de vez en cuando. Porque quien se las cree es un ingenuo. El periodismo está mal. Vamos mal. Y no hay muchas vacunas para la recuperación, solo bálsamos efímeros.

Pero nosotros lo vamos a intentar. Porque de eso iba también Sarajevo. Vinimos aquí porque nos invitaron a aterrizar y defender el proyecto en el que estamos trabajando. Y aunque esperaré un poco para contarte lo mucho que nos han ayudado a definir el siguiente capítulo de esta aventura, lo que sí quiero compartir contigo es la ilusión renovada con la que volvemos.

Sí, es posible que el periodismo se aboque a crisis gravísimas desde multitud de frentes distintos. Y sí, es posible que no haya mucha esperanza para el sector por lo difícil que es encontrar modelos de negocio sostenibles. Pero lo que vimos Bosco y yo en Sarajevo es la defensa de un ideal por sobrevivir y prosperar a través de la colaboración y el pensamiento colectivos. Nos hemos ayudado mucho estos días de periodistas como Paula Miraglia o Daryna Shevchenko. Y es por ellas que albergamos esperanzas.

Así que hasta que pueda revelarte un poco más sobre lo que estamos construyendo, seguiremos contándote cómo está cambiando el mundo; por mucho miedo que dé.


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Feliz domingo,

Posdata: es que, ¿cómo se le ocurre preguntarle eso?

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